lunes, 1 de noviembre de 2010

Obra de la nada

Las inercias, los esquemas, los avances tecnológicos, la cultura de la enajenación, las modas, las fiestas, formulismos, fanatismos, la formalidad banal, los ciclos, prototipos, nuestros vicios, la depravación sexual, el oposicionismo reaccionario hacia el sistema, (esa resistencia estéril, esa arcaica rebeldía...) Las protestas, la estridencia, etc...

¿Qué objeto tiene todo aquello? ¿Tú lo sabes?

Pues total que: ¡vaya asunto!...

Pero, payaseemos con lo siguiente unos instantes para distraer:

Su intención secreta es la de hacernos olvidarnos de nosotros...

Si, de nosotros mismos.

Y es claro que no se niega, por ejemplo, en el caso de la tecnología, que ha aportado cosas grandes para la “reposición” de la salud humana. Pero... ¿por qué tenemos que perderla, de hecho?... (ya de inicio) ¿no es a caso, a causa misma de un olvido programado?...

Veamos, ¿qué incita en el individuo ésta, la vida moderna?...

Toda índole de éstas calamidades:

Demencia, frustración, suicidio, sida, violencia, enfermedades cardiacas, anorexia, (¡claro!, los estereotipos femeninos producen anorexia...) drogadicción, tabaquismo, insomnio, migraña, desórdenes nerviosos en general, etc, etc... (dejemos ahí.)

Bueno, ¿pero por qué afirmar que eso se debe a que olvidamos de sí mismos?...

Es que, aquello está en nuestra naturaleza, es lo que creo.

Y se dice que la naturaleza tiene horror al vacío....

Nos tenemos pánico y por eso es que fugamos; de nosotros, a través de lo exterior.

¡Que terrible nos resulta estar atentos a los hechos concretos! A ese acusador espejo del presente...

Por que, siempre que no estamos derramando en la película de afuera, estamos, por igual ...pensando en ella.

¿Y lo real?

¿Y lo intangible?

¿Eso qué entraña?

¿Y que más hay... de ti, del todo, de nosotros?

Solo un cauce circular entre el estridente silencio...

...Como flujo, no sabemos explorar, tentar, crear; el olvido de sí mismos nos anula para ello, cual autómatas.

La mecanicidad mental los procedimientos formula: Ignora, calla, fluye, ríe, etc...

Somos obra de la nada, servidumbre del histrión. Y así es entonces que aplica la sentencia ¿no?:

“Las cosas mejores de este mundo, no tienen valor alguno hasta que llega alguien y las pone en escena”...

(Friedrich Nietzsche - Así habló Zaratustra)

Este es hoy nuestro consejo: “cuídate de la ilusoria rueda y sus enseñanzas subjetivas por que te creará un mundo al revés”.
Ahí tienes, por ejemplo; nuestro catecismo insustancial produce ateos.
¿Y que cosa es un ateo al final de cuentas?...
Un ente apático y liviano que, una vez desencantado, se sienta a esperar a que otros que si tienen inquietudes, (en este caso los científicos) le digan en que debe creer y en que no, en lugar de resolverse a explorar él, por sí mismo...
“No hace falta refutar una patraña”, ¿a quien le sirve?.
Valdría aquí más un oído agudo... que un ánimo apasionado que sostenga de lo “absurdo” (en rancio afán de combatirle), convirtiéndonos con ello en sus auténticos fanáticos.
Ahora, ¿por que tachar de hueca la rebeldía aplicada a lo exterior?..
(Hacia la “estampa”, hacia el “sistema”...)
Dos razones:
1 - lo exterior es lo interior; que el afuera esté jodido dirá solo que en ti también algo lo está...
2 - lo que resistes persiste, (tal como ya ha sido dicho) O, de otra forma: “El objeto de tu pensamiento más constante es lo primero que se materializará en el plano físico, al cargarlo de energía”, (sea éste de amor o sea de odio...) sencillamente.








Vivimos en un mundo al revez.

Aquí se nos enseña:

A coronar con el titulo de “Amor” el más vil intercambio de intereses;
A desentendernos de nuestra acción más vil con solo confesarla ante un representante eclesiástico; A valorar la comodidad, la cobardía y el egoísmo como a los máximos logros, garantía de una vida plena;
A escapar de lo sencillo; A abandonarnos a la exhaustiva y vana labor de dar satisfacción a un millón de necesidades inventadas.
A agasajar en la cómoda fábula de niños, con solo comprometernos a discurrir cegados por la espectacularidad de la vida maquinal, a no preguntar más allá de lo ordinario... a ser hijos de lo establecido, resultados de la inercia cotidiana .

“¡Pobres gentes!, lloran cuando deben reír, ríen cuando deben llorar, así es la humanidad!...

(V. M. Samael Aun Weor)


Mas alusión, x :

- Si no viviéramos en una realidad al revez no aprenderíamos a atraer a nosotros lo no deseado...

- Si no viviéramos en una realidad al revez no caeríamos en el vicio de llamar “carácter fuerte” a esa trivialidad emocionada que quien no sabe manejarse a sí mismo.

- Si no viviéramos en una realidad al revez no anhelaríamos la “distracción” sino la “atención” como manera de vida...

21. La atención es el camino hacia la inmortalidad; la inatención es el sendero hacia la muerte. Los que están atentos no mueren; los inatentos son como si ya hubieran muerto.

26. El ignorante es indulgente con la in atención; el hombre sabio custodia la atención como el mayor tesoro.

(V. M. Samael Aun Weor)


“No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige”.

(Arthur Schopenhauer)


- Si no viviéramos en una realidad al revez no seria pues ya “maligno” aquí quien algo más está buscado...

El dolor es una camara mental




Dentro de la cual reina el color humo, el grisáceo o cualquier otra…
Perversión de aquel humor.

Huele a secuestro ahí dentro, a abandono, a viciado…

Tiene una puerta entre abierta que conecta al exterior,

donde se extiende un pasillo neutro en calma, de claridad pura y llana, de sobriedad su color.

Cierto flujo vivracional es emanado de vez en vez, hacia la transparencia de éste…
Desde el interior de cualquier estancia, de las muchas que entrelaza.

Al interior de la cámara del dolor; nosotros, empañado pensamos, opacidad respiramos, y difuso proyectamos.

Nuestras aspiraciones no hacen eco en el pasillo sideral, sino la espesa vaciedad que nos contiene, nos bosqueja, y suministra.

Y la cuestión es que blanco atrae el blanco, el negro a su color, el magenta al rosado…

A través del marco de la puerta podemos a placer, agitar con la mirada entre las forasteras cámaras, acecharles el color particular, acariciarles las membranas, los sonidos, las ventanas.

La habitación del misticismo expele un hálito morado…

¡Quiero extraviar dentro en su encanto!

La de la sed pasional exuda un rojo, blanco etéreo o luz de piel... tú lo decides.

¿Me evocarías desde ella?...

La habitación del odio está embargada de cadáveres, profiere un fétido llanto en color hueso, sabor miedo; de convulsión y ansiedad, huele a lo eterno…

Las cámaras mentales son como el astral, son locaciones, escenarios, plasticidad bualbucante y desgravada.

El hastío, el dolor, el miedo, y tantas otras, son nada más que cámaras mentales.

Juego del intelecto

“¿Cómo sabrá la cerveza que el sepulturero
se beberá cuando acabe de darme abrigo?”...


(Silvio Rodríguez)

Te invito a jugar hoy al intelecto, a ser los dueños del saber, a comprimirlo todo en los limites del cerebro, a pensar por secciones, funcionar bajo códigos, fórmulas, elementos; a tachar todo principio ajeno a nuestros métodos, a encerrarnos dentro de nuestras matemáticas posturas, a atrevernos a llamarnos “la ciencia oficial”; a ser parte cardinal de esa torcida realidad que hoy a la masa se profesa; a contribuir a confinar al individuo en un mundo al revés... a crear veinte mil cosas complicadas para evadirnos del primer ¿por qué?, a discurrir por la vida ocupados para que así opere la nada... a cubrir con los fascinantes avances tecnológicos, nuestra incalculable ignorancia...

Realidad al revez: seguridad.

La palabra “seguridad” (hablando de lenguaje)

Pretendo no obsesionarme, eso es “seguro”, (ja.) tan solo hecho fuera esta reflexión:
 

Me es en realidad una palabra algo extraña, ¿a caso cabe en el mundo?...

“Seguridad”; “ser segur@ de sí mism@”...

¿Quien en el mundo tiene seguridad y de que?...

Exacto... mucho menos de sí mismos.

Me suena igual que la palabra ”ridículo”; como un término creado más bien para maquillar una verdad dolorosa, mmm.

¿Ridículo?... ¿quién?, ¿cómo?, ¿por qué?...

¿Es que caso hay algo, hoy, que le sirva de contraste?

¿Dónde es que está lo sensato, lo honorable, el basamento?...

En fin, es raro.

Por ahora yo tengo dos seguridades:

Numero 1 - Podría alguien razonarlo cuanto quiera; de aquí no saldrá con vida.

Numero 2 – Poseo total certeza de la incertidumbre, el desentendimiento y la profunda banalidad que nos constituyen.


“La muerte reduce a cenizas todas las vanidades del mundo”.

(M.Samael Aun Weor)

“La única grandeza del hombre consiste en ser un puente y no una meta”.

(“Así habló Zaratusta” Nietzsche)

“La vida como medio resulta fabulosa, pero tomarla como un fin en sí misma es manifiestamente absurdo”...

(M.Samael Aun Weor)

“Lee mi mano y descubre,
La poderosa fragilidad del mundo”.

(Hugo Garduño)

“Trágica es la existencia de aquel que muere sin haber descubierto el sentido de su vida”

(Psicología revolucionaria - M. Samael Aun Weor)

La mente

Todos los problemas que el hombre tiene que resolver; todos los sufrimientos de la vida; todos nuestros deseos y pasiones; todas nuestras amarguras residen en la mente. Si alguien tira una piedra en un lago cristalino, vemos entonces surgir una gran cantidad de ondas que van del centro a la periferia. Esas ondas son la reacción del agua contra el impacto exterior.

Así es nuestra mente, los impactos externos caen en el lago de nuestra mente, haciéndonos reaccionar hacia el mundo exterior, con ondas de ira, deseo, envidia, maledicencia, etc., etc.

Por ejemplo: vemos una estampa pornográfica, la imagen hiere nuestra retina, pasa al centro cerebral de las sensaciones y luego va a la mente. Entonces la mente reacciona sobre la imagen exterior con ondas de pasión carnal. Alguien nos insulta, entonces sus palabras llegan a nuestros sentidos y pasan a la mente, y ésta reacciona contra el insultador con ondas de cólera y de violencia.

La mente es, pues, la causa de todas nuestras amarguras; es el potro cerrero que arrastra nuestro carro, y si no lo dominamos con el látigo de la voluntad, arrastrará nuestro carro al abismo. El mago debe aprender a manejar la mente; el mago debe controlar la mente por medio de la voluntad.

Cuando nuestra mente está llena de deseos pasionales detengámonos un momento y ordenemos imperiosamente a la mente: cuerpo mental, retírame esos pensamientos, no te los admito. Cuando nuestra mente esté llena de cólera, ordenémosle así: cuerpo mental, retírame esa cólera, no te la admito. Cuando nuestra mente esté llena de odio, ordenémosle al cuerpo mental: retírame ese odio, no te lo admito, etc., etc.

El SER no es la mente, el SER es el SER, el SER es el INTIMO, y éste puede controlar a la mente por medio de la voluntad. La cueva del deseo está en la mente. El cuerpo de deseos es tan solo un instrumento emotivo de la mente. En los mundos internos podemos conversar con la mente cuando nos hemos despojado de ella momentáneamente. Entonces la mente parece un sujeto casi independiente, que frente a frente se sienta a conversar con nosotros.

Este interesante experimento se realiza en la siguiente forma:
1. Sálgase el mago en cuerpo Astral.
2. Siéntase con corazón de niño.
3. Ordénele a su cuerpo Astral: CUERPO ASTRAL, SALID FUERA DE MÍ.
4. Trate de arrojar su cuerpo Astral fuera de sí, por la Columna Espinal.
5. El cuerpo Astral caerá hacia atrás, saldrá fuera.
6. El discípulo quedará en cuerpo Mental.
7. Ordénele ahora a su cuerpo Mental: CUERPO MENTAL, SALID FUERA DE MÍ.
8. Arroje el discípulo su cuerpo Mental hacia atrás.
9. Sentirá ahora el mago que algo se mueve dentro de su propio SER.
10. Ahora sale por la Columna Espinal un raro personaje.
11. El discípulo debe llamar a ese personaje: ¿Quién eres?
12. El sujeto contestará así: Soy tu cuerpo Mental, ¿no me conoces?
13. Invite ahora el discípulo a su Mente, a sentarse.
14. Ahora es el instante preciso en que el discípulo puede conversar con su Mente, cara a cara, frente a frente.

Después de esa profunda investigación, el discípulo se dará cuenta de que su mente es un potro cerrero, es un hombre salvaje al cual debe controlar, mandar y dirigir con el látigo de la voluntad. Todas las tormentas de nuestra existencia son del cuerpo mental.

Ningún insulto, ninguna amargura puede llegar al INTIMO. Todas las amarguras, todos los insultos llegan hasta el cuerpo mental, y es la mente la que reacciona hacia el mundo exterior con tempestades de dolor y de amargura. El INTIMO no puede sufrir, el INTIMO sufre únicamente cuando se identifica con la mente, cuando no se ha aprendido a controlar la mente por medio de la voluntad. Las tempestades de nuestra existencia son de afuera, del mundo de la mente; no de adentro, de la profundidad del infinito donde vive el INTIMO siempre lleno de felicidad.

(V. M. Samael Aun Weor)

Todo pasa

Lo más importante: no identificarnos con las circunstancias de la existencia. La vida es como una película, y es de hecho una película que tiene un principio y tiene un fin. Distintas escenas van pasando por la pantalla de la mente. El error más grave de nosotros consiste en identificarnos con esas escenas. ¿Por qué? Porque pasan, sencillamente porque pasan; son escenas de una gran película que al fin pasan. Afortunadamente, en el camino de mi vida senté como lema siempre eso: no identificarse uno con las circunstancias diferentes de la vida.
Me vienen a la memoria, casos dijéramos de la niñez. Como quiera que mis padres terrenales se habían divorciado, nos tocaba a nosotros los hermanos de una gran familia, sufrir. Habíamos quedado nosotros con el jefe de la familia y se nos prohibía visitar pues a la jefa, o sea a nuestra madre terrenal. Sin embargo, nosotros no éramos tan ingratos como para poder olvidar a la jefa. Me escapaba siempre de mi casa con un hermanito menor que me quería. Ibamos a visitarla y luego regresábamos a casa, mas mi hermanito sufría mucho, pues al regreso se cansaba porque era muy pequeño, y yo tenía que llevarlo entonces sobre mis espaldas, ¡qué tan pequeño estaría! Y lloraba aquél amargamente, decía: “Ahora, al regresar a casa, el jefe nos va a azotar, nos va a dar de azotes y de palos”. Yo le respondía diciendo: “¿por qué lloras? Todo pasa, acuérdate que todo pasa”. Cuando llegábamos a casa, ciertamente nos aguardaba el jefe lleno de grande ira, y nos daba de latigazos. Posteriormente nos internábamos en nuestra recámara a dormir; pero ya al acostarnos, le decía yo a mi hermano: “¿Te fijas? Ya pasó, ¿te convences que todo pasa? Eso ya pasó, todo pasa”.
Un día de esos tantos nuestro jefe alcanzó a oír cuando yo le decía a mi hermano: “todo pasa, eso ya pasó”, y claro, mi jefe que tenía el orgullo enorme –dijéramos que era bastante iracundo–, empuñó de nuevo el látigo terrible que traía, penetró en la recámara de nosotros diciendo: “¿Con que todo pasa, sinvergüenzas?” Y luego otra azotaina más terrible nos dio, retirándose después, al parecer muy tranquilo por habernos azotado. Ya que él se retiró, un poco más quedito le dije a mi hermano: “¿te fijas? Eso también ya pasó”. Es decir, nunca me identificaba con esas escenas, y tomé como lema en la vida jamás identificarme con las circunstancias, con los eventos, con los acontecimientos, por que sé que esas escenas van pasando. Tanto que uno se preocupa porque tiene un problemazo, que no haya cómo resolverlo, y después ya pasa y viene otra escena completamente distinta; entonces, ¿para qué se preocupó? Si tenía que pasar, ¿con qué objeto se preocupó?
Cuando uno se identifica con los distintos eventos de la vida, comete muchos errores. Si uno se identifica con una copa de licor que le están ofreciendo un grupo de amigos “briagos”, pues resulta borracho. Y si uno se identifica con una persona del sexo opuesto en un momento dado, pues resulta fornicando, y si uno se identifica con un insultador que lo está hiriendo a uno con la palabra, resulta también insultando.
¿A ustedes les parece cuerdo que uno de nosotros, que somos gentes –bueno, aparentemente serias ¿no?–, resultemos insultando? ¿Ustedes creen que eso estaría bien? Si uno se identifica con una escena, por ejemplo de puro sentimentalismo llorón, donde todos están llorando amargamente, pues uno resulta también con sus “buenas lagrimas”. ¿Ustedes creen que eso está correcto, que otros nos pongan a llorar así, porque les dio su gana? Esto que estoy diciéndoles a ustedes es indispensable, si es que ustedes quieren auto-descubrirse. Es indispensable, porque si uno se identifica completamente con una escena, quiere decir que se ha olvidado de Sí Mismo, se ha olvidado del trabajo que está haciendo, y entonces está perdiendo el tiempo tontamente. Las gentes se olvidan de Sí Mismas completamente, se olvidan de su propio Ser Interior Profundo, por que se identifican con las circunstancias.

(El conocimiento de si mismo - V. M. Samael Aun Weor)

Noce te ipsum


“Te advierto, quien quiera que fueres,
¡oh , tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza,
que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas,
tampoco podrás hallarlo afuera.

Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa,
¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros.


¡Oh, hombre! Conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”




(La inscripción a la entrada del templo de Delfos, de la antigua Grecia...)

Las soledades del mundo

En tiendas los despojos otra vez
Como nuevos se ofrecen
No se canso nunca la hiedra,
Y sí, hasta frutos nuevos le nacieron.
Este trozo de cemento, en el cual camina el mundo,
Este suelo eterno, es el mismo.
De todos los andares, de todas las vías
En Oriente, aquí mismo, por aquí pasaron,
(averno o paraíso) todas las llagas
que se conciben.

Fuimos felices un día,
Felices y envejecimos en la espera.
Aquí, los que vivieron dejaron su aura,
Más llegaron otros,
Y quisieron seguir inventando
Y la noche dejo desierto este pedazo de universo.

Sólo un desvencijado hombre
A veces pasa, padeciendo, en el anochecer
Todas las soledades del mundo.

No se ya, que me vive. Pasmado
me he quedado mirando.
¿cuándo el principio se busca,
en el nacimiento o a mitad del camino?

(Fragmento del poemario: “Luz parda” - Hugo Garduño)